martes, 12 de julio de 2016

Sevilla

Sevilla, hueles a peces, a lolas, a flores. En tus imberbes tostados nos dejas ver los anillos de tu tronco; en sus ojos y en sus ademanes viertes tu ascendencia romana, morisca y gitana. Cuando hablas, cuando tus hijos agarran una guitarra y la masturban con sus dedos de oro, como tus torres, chiquilla, su orgasmo retumba en lo eterno. Moderna resignada, castiza, de mente morena, de manos calientes, apasionada, hermana... así te entendemos los que no hablamos (cuánto nos gustaría) tu lengua, Sevilla.

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