lunes, 2 de mayo de 2016

Las musas se han largado esta mañana.
Sin palabras que las vistieran,
sin odas ni elegías,
sin vasallo por sus nalgas moribundo,
sin canciones de Chavela,
sin rabia ni pena.
Se han largado.
Por traición, por Daniel, por el verbo juguetón.
Quién sabe.
Solo sé que ya no están...
Y que yo estoy tranquilo.

Tierra maga.

El trigo tiembla, como yo tiemblo esta tarde. Con el aire se deshilan poco a poco los anhelos que en otros tiempos llevé cosidos a la nuca. El cielo se me derrumba sobre las sienes. Los terrones  aúllan. Los pájaros tiritan. El aliento de los surcos me abrasa el ánimo. Los charcos laten. Un chorro palpita en el horizonte cercano. Un murmullo escaldado me toquetea como nunca. Una brisa se me acerca por detrás en silencio, me besa la frente y me saca a bailar su tango eterno sobre el vientre del mundo, como antaño. Las eras se han bajado las bragas, su vagina parda de par en par brindando su melodía perenne.
A pesar de las ranas de este estanque, a mi pesar, al pesar de los vahídos que me provoca esta tierra, el cantar de tus noches me consuela.

Sigue sonando desde la lejanía para siempre, tierra maga.