domingo, 25 de agosto de 2013

Paranoia.

No sé el origen de la vida ni sé cuál es su propósito. ¿Y si al final la ciencia no tiene nada que ver con todo esto? ¿Y si hay que inventar una nueva disciplina para estudiar lo que nos trajo aquí y su propósito? La vida es pura magia y me resulta muy curioso como una persona puede llegar a emocionarse con cuatro fuegos artificiales, y cómo le fascina observarlos como si se tratase de algo mágico. La mente en sí es algo misterioso. ¿Por qué el ser humano tiene miedo? ¿Por qué necesita creer en un Dios? ¿Por qué cree en lo sobrenatural? ¿Por qué queda fascinado ante algo desconocido? ¿Por qué no es capaz de no sorprenderse? ¿Por qué necesita llorar cuando se encuentra mal? ¿Qué extraña reacción provoca la felicidad? ¿Por qué tiene una sensación de embriagadez cuando observa algo que le fascina? ¿Por qué se enamora? ¿Qué es lo que hace que pueda inventar historias? ¿Hasta donde llega la imaginación? ¿Puede ser ésta una solución a nuestros grandes enigmas? ¿Por qué existe la vida? ¿A qué hemos venido aquí? ¿A dónde vamos? ¿De verdad la vida es tan simple y organizada? ¿De verdad no existe la eternidad? ¿Por qué cuando empezó la vida no estaba ya evolucionada? ¿Por qué nos han hecho trabajar tanto? ¿Hasta dónde tenemos que llegar? ¿Llegaremos a un punto en el que no queramos saber más sobre nosotros? ¿Por qué el primer ser vivo no sabía la respuesta a su origen? ¿De verdad habrá algún humano que logre contestar a estas preguntas antes de que nuestra especie se extinga? Supongo que vivimos felices y conformes en esta ignorancia.

lunes, 19 de agosto de 2013

Me siento como un artista. Me encanta disfrutar de la textura del agua en las yemas de los dedos. Me gusta inventar historias de locos. También adoro darme cuenta de cuando un momento va a formar parte de mi historia o de cuando una persona me embriaga con su presencia. Prefiero las gotas de lluvia en el pelo y el olor a tierra en el cielo. Me fascina impresionarme, el manejo de un bolígrafo en el folio, la música en los momentos eufóricos, la luz tibia en los ratos melancólicos, el café en las manos, el brillo en los ojos, el fuego en la mente, las carcajadas verdaderas, el beso injustificado, la sensación de que no hay nada que pueda estropear tus sueños, el hablar de las gentes, los hechos que harán historia, los pelos de punta en el momento más injustificado, los labios rojos, los brazos masculinos, las curvas incorrectas, la pasión incoherente, el sentimiento de que nada puede pararte, la superación de un miedo, el aire fresco en la piel descubierta, un papel ante la mirada en los días tristes, lo invertido, las camas deshechas, los armarios cerrados, las ventanas abiertas, lo extravagante, el zumo derramado, las siestas automovilísticas, los sueños irracionales, las camisas blancas y las camisetas anchas, la esperanza de encontrar mi porvenir, los proyectos de futuro, el deseo desmesurado, el salvajismo controlado, las ganas de volar, los profesores que hablan sin pausa, las colonias suaves, los callejones con salida, las eras de arroz, el detalle adecuado en el mejor momento, los pasillos exhaustos, el cielo nocturno en silencio, la tranquilidad, el estrés con gusto, las caras de sorpresa, las lágrimas de emoción, la atención de todos, los labios carnosos, las espaldas duras, la diversidad, las últimas noches del año, los últimos días antes de un gran acontecimiento más que el acontecimiento mismo, los dedos sobre la piel y la satisfacción de que ésta es sólo una pequeña parte de mi persona.

Cada vez veo más absurdo el hecho de tener que explicar lo que sientes y piensas al mundo. Cuando el mundo comience a ser crítico y no un cúmulo de ignorantes, hablaré con toda sinceridad y dejaré de comportarme como un auténtico hipócrita.