martes, 22 de abril de 2014

Suena ronca  y solitaria una guitarra sumida en un febril atardecer andaluz y, a la luz de mi luna rumana y frente a la impotencia flamante de un candelabro oxidado, baila Marie su última melodía, que lleva horas esmerada en despojarla de sus faldas y dejarlas caer cínicamente sobre el suelo empedrado que observa con admiración cómo entona Marie sus últimos versos a la vida, cómo pisa crudamente con sus tacones por última vez clamando a la pasión que la acompañó siempre en su áspera ascensión a su culmen, que hoy se desmorona y cae en el olvido de tantos que la trataron de emperatriz de los arrastrados.

miércoles, 16 de abril de 2014

¡Maldito destino! Si crees que voy a caer rendido como caen todos en tus pezuñas áureas y confortables, si piensas que me conformaré con dormir sobre tu pecho cada noche de mi efímera vida o si te contentas con imaginar tus garras sobre mi cuerpo con cada año más veterano, te equivocas. No quiero vivir calmado, ni sereno, ni seguro bajo tus faldas. No deseo desplomarme en tu rutina ni permanecer pasivo ante los amaneceres que me brindarán los lustros de ti, esfinge longeva. Quiero sufrir los achaques de la edad, quiero saciarme del saber que me ofrece el sol de Oriente, quiero llorar por amor, estallar a carcajadas en un velatorio, bailar sobre los cráteres de un corazón roto, brincar sobre los manjares de una cena real, embriagarme de la guitarra española y del fado portugués. Y beber del mismo vino del que bebió Sócrates y dar gracias a la noche por consagrarme como humano, como ser racional, como animal todos los días veinticuatro horas sin duda.

lunes, 7 de abril de 2014

Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus” Dijo algún sabio. Y fue su misma sentencia quien se lo llevó. El tiempo se abre paso y nos arrastra a todos con resignación (o alborozo) tras él. A unos les arruga el rostro y a otros les muda la voz; nadie se libra de su tacto, aunque sólo sus yemas lleguen a rozarle. El tiempo no sabe esperar, no supo permitir a muchos dejar escrito su testimonio, no supo dejar acabadas muchas canciones, no supo acallar las bocas de quienes se equivocaban. Nos resulte esto un grito a la vida o un despropósito, su objetivo será siempre no dejar nunca de marcarnos (como carneros llevados a degüello sin rechistar).