lunes, 7 de abril de 2014

Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus” Dijo algún sabio. Y fue su misma sentencia quien se lo llevó. El tiempo se abre paso y nos arrastra a todos con resignación (o alborozo) tras él. A unos les arruga el rostro y a otros les muda la voz; nadie se libra de su tacto, aunque sólo sus yemas lleguen a rozarle. El tiempo no sabe esperar, no supo permitir a muchos dejar escrito su testimonio, no supo dejar acabadas muchas canciones, no supo acallar las bocas de quienes se equivocaban. Nos resulte esto un grito a la vida o un despropósito, su objetivo será siempre no dejar nunca de marcarnos (como carneros llevados a degüello sin rechistar).

No hay comentarios:

Publicar un comentario