miércoles, 22 de febrero de 2012

Nos situamos delante del espejo y, aunque con esfuerzo, la coloqué en frente de su reflejo. Ella con cara de desprecio se miró y dijo:
-¿Qué es lo que merece la pena de esto?
Y yo, que la observaba desde detrás del armario le respondí:
-Que con tus ojos empapados del ayer, tu boca tatuada con los desechos del amor y tu mirada perdida en aquel amanecer de enero, sigues con ganas de olvidar, de limpiarte todos esos desechos  y levantarte una vez más, a pesar de haber caído en una fosa.
Es otro tipo de amor, son esas ganas de que siga adelante, que no se quede en el camino, que tenga un futuro diferente a su presente, que sea feliz con las decisiones que tome. Es mi prima, pero la considero como una hermana porque, aunque es contraria a mi, es la única que siempre, siempre digo, ha sido capaz de sacarme una sonrisa en cualquier mal momento. Siempre ha sido esa luz de entre las nubes, esas ganas de seguir viviendo porque aunque no lo sepa expresar como a mi me gustaría, me quiere, yo lo sé. Y, que si algún día la pierdo nunca en la vida podría superar que ya no estará ella para darme esos caldeos, para causarme esas risas, para compartir un cola-cao a las cuatro de la mañana, para decirme tonto de vez en cuando y para ser el motivo de mis ganas de reir.

lunes, 13 de febrero de 2012

Y con esa cara de fascinación, de entusiasmo, de saber que le iba a contar algo especial preguntó:
-Y tú, ¿cómo has llegado a ser así, tan fuerte?
El silencio lóbrego de la noche se nos vino encima y yo, tras una extensa pausa, con los ojos humedecidos y rabiosos, contesté:
-Tú, ¿ves esta sonrisa? Pues la he forjado yo. Me he tragado muchas lágrimas, muchas de ellas amargas, he sabido esconderme del miedo, he conseguido enseñar lo que es el amor, lo he sufrido, me he caído y no he sido capaz de levantarme: he necesitado una mano, no precisamente amiga; he sabido aclarar los valles más oscuros, aún cuando hasta la luna los daba por perdidos, he aprendido a callar sin otorgar, a escapar sin huir, a añorar algo que nunca perdí, a escuchar los destellos, a interpretar las estrellas, a aguantar las ausencias; he aprendido a ser persona, a sufrir como tal, a reir como tal... He sabido vivir sin pensar en la muerte.
-Y... ¿qué clase de superheroe eres?
-Las clases son para aquellos que saben clasificarse, y es eso lo único que no he aprendido.


                                                                                                                                                                       Juan Andrés,

lunes, 6 de febrero de 2012

Mi heroína, mi ejemplo.

Tú, que tanto has luchado por un futuro, que siempre has velado por los tuyos, que siempre has trabajado dando lo mejor de ti por mucho que supieras que no iba a acabar bien, tú que te enamoraste y tuviste que dejarlo todo atrás y empezar de nuevo con un niño, tú, que piensas que nada ha merecido la pena: que has trabajado en vano, que no has dejado huella, que ese niño te olvidará, TÚ, girate y mira hacia atras. Observa lo que has dejado por el camino y ahora gira de nuevo hacia adelante y observa que ese niño sigue aquí contigo, que tus padres estarán siempre contigo, observa como todo tu trabajo, tu esfuerzo, tu lucha sale a flota entre los naufragios de un adiós... ¿Ahora también crees que no tienes razones para sonreir satisfecha y ser feliz?

Todas las luces!

Encender todas las luces de esta habitación a la que llamamos vida e iluminar el mas lóbrego rincón, quitarle el escondite a cualquier trozo de dolor, a cualquier lágrima y sacarlos fuera, dejarlos que surjan de lo más profundo de la habitación y que lo vea toda la gente. Que vea toda la gente como esta habitación se ilumina de nuevo y asciende deprisa hacia la fama, sin planes, sin rencores, sin futuro, solo con las ideas claras y ganas de triunfar, de encender nuevas luces que iluminen las millones de habitaciones de esta mansión llamada mundo.

miércoles, 1 de febrero de 2012