lunes, 13 de febrero de 2012

Y con esa cara de fascinación, de entusiasmo, de saber que le iba a contar algo especial preguntó:
-Y tú, ¿cómo has llegado a ser así, tan fuerte?
El silencio lóbrego de la noche se nos vino encima y yo, tras una extensa pausa, con los ojos humedecidos y rabiosos, contesté:
-Tú, ¿ves esta sonrisa? Pues la he forjado yo. Me he tragado muchas lágrimas, muchas de ellas amargas, he sabido esconderme del miedo, he conseguido enseñar lo que es el amor, lo he sufrido, me he caído y no he sido capaz de levantarme: he necesitado una mano, no precisamente amiga; he sabido aclarar los valles más oscuros, aún cuando hasta la luna los daba por perdidos, he aprendido a callar sin otorgar, a escapar sin huir, a añorar algo que nunca perdí, a escuchar los destellos, a interpretar las estrellas, a aguantar las ausencias; he aprendido a ser persona, a sufrir como tal, a reir como tal... He sabido vivir sin pensar en la muerte.
-Y... ¿qué clase de superheroe eres?
-Las clases son para aquellos que saben clasificarse, y es eso lo único que no he aprendido.


                                                                                                                                                                       Juan Andrés,

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