viernes, 27 de abril de 2012

Desde fuera, aquel lugar parecía insólito, extraño, olvidado. Con extrema lentitud y con aliento desgarrado abrió la puerta de aquel lóbrego lugar. Sonaba como el llanto de un bebé que llevaba tres meses sin ver a su madre. Y allí, todo sonaba igual, los ecos de los ruidos, los suspiros de la mujer, que desesperada, se arrodilló ante el altar. donde había una vieja escultura tallada en cobre, pero que llevaba mil años sin ser tocada... De repente, sonó como a arrodillarse, se le rompían las rodillas y se escuchó como le crujía el corazón. Con un dolor incesable miró hacia el cielo y juntó las manos pronunciando:
-Querido destino, perdóname.
Y pasados unos segundos, bajó la cabeza y cayó lentamente sobre las viejas piedras de aquel templo primitivo.

miércoles, 25 de abril de 2012

Este es el triste cuento de las almas hundidas, en el que cada relato está escrito con la parte más amarga de mí y a la vez la más sentimental.

Pasando de todo, perdí todas las paradas.

miércoles, 11 de abril de 2012

Sonrisas.

Me senté frente a él. Su expresión no era usual, no era la típica de aquella persona que ha vivido la muerte de su niñez a los seis años: Sonreía tristemente. Le miré a los ojos y la ira comenzó a invadir cada entraña de mi cuerpo, lloré al ver lo que allí albergaba, lo que guardaba escrito tras la cornea, escondido en lo más profundo de la pupila. Él me vio llorar y simplemente echó una carcajada.
Entonces descubrí que había convertido toda la tristeza en una dura ruptura con la realidad y como resultado de ello, reía como señal de tristeza.
Me levanté de la banqueta y sin decirle a penas una palabra abandoné aquel lóbrego lugar.