domingo, 17 de julio de 2016

I

Qué escollado,
qué arduo camino
a través de ti.
Cuánta angustia empantanada en esos pómulos cocidos
que me masacran
a todas horas,
en todos los lugares que visito, 
inocente,
olvidando que puedes existir 
en cualquier lar. 
Cuánto sobresalto, cuánto latido,
A causa del moflete tostado de aquel 
que sube y baja sin pausa la cuesta.
Te hallo en todos lados,
te huello en cada senda,
porque eres la estrada que trazan
mis pasos trashumantes
en pos de ti,
y a tu vera,
sin embargo.
Quiero dejar de peregrinar.
Quiero volver a nuestro chozo
en medio de aquel tumulto,
en medio de aquel cabo ninguneado,
sobre aquel podio contemplado
y que estés allí plantado,
echando raíces.
Para llegar yo,
ya crecido sin patria,
e intentar aferrarme a tu suelo,
abrazar tu tronco.

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