Qué escollado,
qué arduo
camino
a través de
ti.
Cuánta angustia empantanada en esos pómulos cocidos
que me masacran
a todas horas,
en todos los lugares que visito,
inocente,
olvidando que puedes existir
en cualquier lar.
Cuánto
sobresalto, cuánto latido,
A causa del
moflete tostado de aquel
que sube y baja sin pausa la cuesta.
Te hallo en
todos lados,
te huello en
cada senda,
porque eres la estrada que trazan
mis pasos trashumantes
en pos de
ti,
y a tu vera,
sin embargo.
Quiero dejar
de peregrinar.
Quiero
volver a nuestro chozo
en medio de
aquel tumulto,
en medio de
aquel cabo ninguneado,
sobre aquel podio
contemplado
y que estés
allí plantado,
echando raíces.
Para llegar
yo,
ya crecido
sin patria,
e intentar
aferrarme a tu suelo,
abrazar tu
tronco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario