miércoles, 25 de septiembre de 2013

Buenas. Hoy vengo a hablar de un tema que, al igual que toda la filosofía en general, suscita una curiosidad o interés que llega a causarnos una fuerte confusión. Quiero hablar de la ciencia. Esta disciplina que fue ocupando poco a poco cada uno de los campos que conformaban la filosofía, tiene un cierto auge y mucha gente supone y espera que ésta explique algún día cada fenómeno que ocurre en el universo y llegue a resolver la mayoría de las dudas existenciales que al ser humano, desde su etapa más inquieta, le provocan una auténtica confusión y unas ansias bastante exageradas de conocer sus orígenes y sus límites. Vengo a opinar que la ciencia, desde que comenzó a descubrir los pequeños misterios de la vida, no ha saciado para nada sus ganas de encontrar una explicación para todo. Y no dudo de que algún día la encuentre (si no desaparece antes la raza humana), pero todo esto conlleva un incoveniente que puede dar lugar a una profunda depresión progresiva del ser humano porque, y no tengo duda alguna, algún día encontraremos una respuesta totalmente indiscutible a una de las grandes preguntas que ha formulado el hombre y esa explicación, esa respuesta, nos desagradará. Y entonces alguien se preguntará: "¿Y si preferíamos ser ignorantes y no conocer una verdad tan absoluta como la que puede promulgar la ciencia?" Y es aquí donde entra esa parte mística, junto con la religión, el pensamiento, la fantasía y la respuesta individual que cada uno le da a los grandes interrogantes (si intenta darle respuesta). Con esto pretendo expresar que es preferible que siga habiendo siempre alguna pregunta que la ciencia no responda, porque es esto lo que le da al ser humano un pequeño campo libre de comprobaciones y racionalidad en el que puede llegar a diferentes formas de interpretación y donde puede inventar una realidad propia en la que él mismo sea feliz. Y es que, a veces, es mucho más interesante no conocer lo que uno siente, lo que es o hacia donde se dirige, porque esto le da la libertad que su mente y sus sentimientos necesitan. Con esto quiero llegar a que no debemos olvidar que existe una parte irracional del ser humano que le hace diferente a los demás y que permite que las ciencias místicas, la filosofía y el área abstracta de los estudios y de la civilización sigan vivas. 'No sé si me explico. Y eso me resulta realmente interesante.'

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