sábado, 11 de enero de 2014

Angie.

Eres un alma que aparenta serenidad y esconde salvajismo. Eres la más rebelde de las rubias, tanto que gobiernas el sentido con tu mirada destructora. Te ocultas tras un manto de rock cautivo y tocas el alma con dos dedos. Evitas todo pensamiento ordinario o monótono, porque tu mente busca en la existencia una sensación de originalidad. Escapas de la realidad como si no formara parte de ti. Buscas un mundo en el que acepten tu condición, pero si todos te aceptaran tú misma buscarías la monotonía para volver a ser la emperatriz de ese reino que te pertenece como el rock a la música. Eres el sueño perfecto de todo hombre que duerme entre sábanas de lúgubre imperfección. Vives enajenada por tu propia persona y escuchas con atención catorce consejos que nunca tomas en cuenta. Eres inédita y la autenticidad de tu mirada lo verifica. Tu impotencia descubre caminos inexplorables. Las veces tus palabras suenan como exhortativas. Tus dedos sueñan con tocar el alma de algún desgraciado que teme tu respuesta. Sonríes como atónita y eres el contraste rojo de un día oscuro. Tu boca arde como si no existiera otro día para hallar el mundo en los labios de algún capataz. Cuando hablas parece que el corazón se tiñe de un púrpura intenso. Tus pupilas cautivan a cualquier campesino, noble o sacerdote. Eres intriga, un alma envuelta en quince primaveras que apenas es capaz de respirar sin sentir la adolescencia ardiente en sus entrañas. Te contaría que eres fantástica, insuperable, imprescindible, pero ni mucho menos eres la perfección. Eres la imperfección en persona, y es esa imperfección la que te hace tan sumamente irresistible...

No hay comentarios:

Publicar un comentario