martes, 10 de diciembre de 2013

ηδονή.

El día había caído en picado y la luna cargada de vicio y alaridos se colocaba lentamente sobre el techo que cubría aquel caserío del desarme a las afueras de la vieja capital en la que todavía se escuchaban gritos que anunciaban la revolución. La cama de aquella habitación chirriaba de manera desmesurada mientras los berridos atragantados anunciaban una noche velada por el placer. Las pasiones parecían haberse adueñado del sentido de todo ser vivo que deambulaba por aquel camastro. Las espaldas empezaban a ser lodo marcado por las huellas del salvajismo enamorado. Se fundían los géneros y los números en aquella cópula gramatical desmedida.  Los dedos arañaban las sábanas. Los labios besaban con euforia cada poro. Los cuerpos dejaban de ser materia para convertirse en almas rendidas al hedonismo. Sonaban ladridos en francés. Los ojos se abrían con fuerza y las miradas dominaban la razón. El sentido de la vida se mostraba en todo su esplendor...

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