viernes, 15 de agosto de 2014

Es el destino, que late dentro de un corazón de hojalata oxidado que hospedo tras mis transgredidas murallas. Son las luces de la urbe chispeando bajo la suela de mis botas de goma y mis besos achampanados. Son mis labios y mis huellas dactilares, que procuran un porvenir más allá de estas caderas. Es la noche estival que me abate, me quiebra. Es el futuro que permanece latente e incierto y carcome con furia mi presente.

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